El presente artículo explora las implicaciones de la puesta en práctica de un proyecto de corredor verde en la cuenca del Guadiamar, al sur de España, tras la catástrofe del vertido minero de Aználcollar. Al tratarse de un espacio altamente antropizado se plantean un conjunto de problemas y debilidades pero también de posibilidades y recursos que tienen que ser abordados adecuadamente, conjugando medidas de protección ambiental con otras de ordenación territorial en un horizonte de desarrollo sostenible.